Cierto día, teniendo el pastor necesidad de ir al pueblo, dejó sus ovejas confiadamente junto al lobo y se marchó.
El lobo, al ver llegado el momento oportuno, se lanzó sobre el rebaño y lo devoró casi todo.
Cuando regresó el pastor y vio lo sucedido, exclamó:
-Bien merecido lo tengo, porque ¿de dónde saqué confiar las ovejas a un lobo?
No dejes tus valores al alcance de los codiciosos, aunque aparenten inocencia.
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